6 Clases de metiches que todas tenemos en nuestra vida; la cinco es la peor
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Mirón, metomentodo, fisgón, curioso, hurón… en otras palabras: ¡metiche! Cuando se trata de gente entrometida, cualquiera podemos tener o incluso ser un metiche de primera división. Sin embargo, no a todos se les puede medir con la misma regla.
Hay algunos a los que soportarás por el resto de tu vida y otros a los que poco a poco puedes ir depurando de tu entorno, con el fin de respirar un aire libre de personalidades tóxicas o energía negativa a tu alrededor. Estas son seis clases de metiches que podrás conocer y aquí te decimos cómo enfrentarles… sin perder la paciencia.
El familiar
Perfil: viene con disfraz de tía o prima a la que jamás tendrás contenta, pero de igual forma siempre estará al pendiente de cada movimiento en tu vida. Opina en todo, juzga, condena y levanta la ceja ante cualquier detalle donde pueda inyectar un poquito de veneno.
Qué hacer con ese metiche: ámalo, ama a ese metiche y ante cualquiera de sus intentos por meterse en las decisiones de tu vida abraza sus opiniones o su mala leche maquillada de “consejos”, porque, básicamente, no tendrás opción: la familia no se elige, ni modo. Puedes llegar a establecer límites y aclarar que, como persona adulta, mereces privacidad en tus decisiones, aunque fuera de eso con este metiche es con quien más debes relajarte.
La suegra
Perfil: cuidado, cuando se trata de los suegros no hay que perder de vista el respeto muto y los motivos que los hacen tener algo en común: en tu caso, tu pareja, y en el de ellos, su hijo o hija.
Qué hacer con ese metiche: no te metas con ella, pero no bajes la guardia. Este metiche siempre estará presente y al tanto de todo lo que hagas mientras, en su cabeza, exista una señal de alarma por la cual preocuparse.
Ya sea que piense que eres buena o mala novia o esposa con su hijo, o si duda que seas una persona a la que hay que darle confianza y recibirla en la familia. De cualquier forma, relájate; al final del día todo podrá no ser más que una pequeña, pero inmadura venganza por haberle robado a su bebé.
La mamá
Perfil: ¿recuerdas lo de relajarte mucho con el metiche familiar? Aquí te debes relajar el doble: comprar juguetes antiestrés, ir a yoga, reiki, meditación, todo… y si se puede, tres veces por semana. La mamá puede ser el karma metiche de tus vidas pasadas, cuando seguro pecaste de andarte metiéndote en la vida de otros cuando nadie te llamaba.
Qué hacer con ese metiche: recordar que siempre serás su nena o nene. A veces las mamis, por mucho que te apoyen en una vida adulta e independiente, por dentro para ellas aún juegas un papel importante, como ser el indefenso a quien deben proteger. Pero además de entenderla, debes ponerle ciertos límites, como que no hable por ti en temas en los que solo tú tienes la última palabra o, peor aún, que te defienda de otros.
Poner las cosas claras con tu mamá no solo ayudará a que, paulatinamente, te deje volar del nido, sino que también -a la larga- te conviertas en un adulto con madurez emocional y, ¡ojo!, te evitará repetir patrones. ¿En serio quieres ser esa mamá que llama a otra mamá porque su hijo no quiere jugar con tu retoño? Porfa, no seas esa mami.
La “amiga”
Perfil: no pasan tres palabras sin recordarte que eres su “a-mi-ga”, pero entre líneas está dispuesta a sacarte la verdad hasta de los temas más íntimos de tu vida. Una cosa es tenerle confianza a una persona, considerarla cercana y platicarle tus secretos. Pero quien se autonombra superallegado a ti, cuando lo único que quiere es sacarte información y luego contársela a otros… lo siento, esa persona no es tu amiga.
Qué hacer con ese metiche: sonreír mucho y hacer como que te falta una larga consulta con el otorrinolaringólogo, fingir demencia, cambiar el tema, chulearle desde el peinado, el vestido, hasta los zapatos, y esperar a ver si tu “amiga” tiene algo que contar cuando la plática se trate solo de ella.
El vecino
Perfil: tiene la pinta de ser el metiche más insignificante de todos pero, como piedrita en el zapato, vaya que es molesto. No falta en cada barrio, cada ciudad, cada país. Vive pegado a la ventana y pendiente de quién llega y sale de tu casa. Cuidadito con hacerle una mala cara o no saludarle, este metiche se tomará todo personal y te volverás su objeto para analizar y sacar chisme, al menos por una temporada, o en lo que se aburre y consigue una nueva víctima. De todos los anteriores, este es el metiche que más llega a dar lástima.
Qué hacer con ese metiche: ¡ignorarlo! Sí, entiende que no tiene mucho con qué llenar su agenda del día, o quizá lo tenga pero le gusta entretenerse con tu vida. En lugar de molestarte por su inmadurez o pedirle que se relaje con su doble vida de detective de barrio, mejor adopta una actitud cordial y, si puedes, llega a tu casa tan diva y lista para los paparazzis, cual verdadera estrella de Hollywood.
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